UNA PROPUESTA DE LEY DESMESURADA

Louis Legendre (1752-1797) no es uno de los grandes protagonistas de la historia, aunque tuvo un papel muy destacado durante la Revolución Francesa. Era un ardiente defensor de las ideas revolucionarias, fue miembro del Club Jacobino y uno de los fundadores del Club de los Cordeliers. 

Dotado de una gran elocuencia, logró que muchos franceses se unieran a la Revolución gracias a sus discursos cargados de pasión. 

El 14 de julio de 1789 participó activamente de la toma de la Bastilla y en la masacre de los Champs de Mars, en julio de 1791. Fue nombrado adjunto de París en la Convención donde se decidió la ejecución de Luis XVI. 

Lo más sorprendente es que exigió que, una vez muerto, el cadáver del rey fuese descuartizado en ochenta y dos trozos con el fin de que fuesen enviados a cada uno de los departamentos de la nueva República francesa

La Asamblea, sin embargo, no votó a favor de tan peregrina propuesta porque consideraron que bastaba con aplicar la guillotina al rey. 

La mayoría de los convencionalistas veían en aquel descuartizamiento una sangrienta crueldad. 

He olvidado citar al comienzo de esta historia que la profesión que Legarde ejercía en París era la de carnicero.

«Las hemorroides de Napoleón y otras 499 anécdotas que pudieron (o no) cambiar el mundo» – Carrillo de Albornoz, José Miguel (2009)