Un pequeño paso puede cambiar su vida
ACOMETER UNA CUESTA POR LA LÍNEA DE MÁXIMA PENDIENTE: LA INNOVACIÓN
Cuando las personas quieren cambiar, suelen recurrir en primer lugar a la estrategia de la innovación. Aunque usted tal vez conciba la innovación como un tipo de avance creativo, aquí utilizo el término tal como lo definen las escuelas de administración empresarial, donde el vocabulario referente al éxito y los cambios es muy específico. Idealmente, la innovación ocurre en un período de tiempo muy breve e instaura un cambio radical. Es rápida, importante y llamativa; aspira al resultado más amplio en el menor tiempo posible.
Aunque el término pueda ser nuevo para usted, la idea que encarna le resultará probablemente muy familiar. En el mundo empresarial, los ejemplos de innovaciones incluyen estrategias tan dolorosas como despidos multitudinarios para mejorar el balance anual, y enfoques más positivos como cuantiosas inversiones en tecnologías de última generación. Los cambios radicales que comporta la innovación también son una de las estrategias preferidas para realizar cambios personales. Si Julie hubiera querido aplicar la innovación a su problema de peso, podría haberse embarcado en un programa de ejercicio tan riguroso como el que he mencionado.
Un programa de esta clase requeriría importantes cambios en su vida. Julie tendría que aumentar su frecuencia cardíaca durante al menos media hora cinco días a la semana. Tendría que encontrar la disciplina para reorganizar su jornada, soportar las dolorosas agujetas de los inicios, tal vez comprarse ropa o zapatillas de deporte y —por encima de todo— atenerse a su nuevo programa durante las duras primeras semanas o meses.
Otros ejemplos de innovación en el terreno de los cambios personales incluyen:
• dietas que exigen renunciar de una vez a todos los alimentos favoritos
• dejar una adicción de golpe
• llevar un régimen de vida austero para saldar deudas personales
• buscar situaciones sociales arriesgadas para combatir la timidez
En ocasiones, la innovación trae consigo resultados asombrosos. Casi todos nosotros podemos recordar haber logrado un cambio con alguno de los espectaculares métodos que acabo de enumerar, obteniendo efectos inmediatos.
Con un orgullo bien merecido, quizá pueda usted describir ejemplos de innovación en su vida personal, como no haber vuelto a fumar desde el día en que decidió dejarlo.
Aplaudo la innovación como una vía para hacer cambios… siempre que surta efecto. Cambiar radicalmente de la noche a la mañana puede ser una forma de aumentar nuestra confianza y nuestro respeto personales.
No obstante, he observado que muchas personas no actúan porque están paralizadas por la creencia de que la innovación es la única forma de cambiar.
Tratamos de eludir un problema o un desafío mientras podemos y, luego, cuando las circunstancias o las presiones nos obligan a hacerle frente, intentamos dar un gran salto para lograr una mejora. Si ese gran salto nos conduce a un valle más verde, nos felicitamos, y con razón. No obstante, si resbalamos y caemos, el dolor y la vergüenza que esto conlleva pueden ser devastadores.
Aun cuando sea usted una persona sumamente disciplinada y eficaz, estoy seguro de que recordará muchas ocasiones en las que ha probado la innovación y ha fracasado, haya sido una dieta rigurosa o un costoso «remedio» para su relación (tal vez un viaje improvisado a Madrid) que no ha conseguido mejorarla en nada.
Ése es el problema de la innovación. Con demasiada frecuencia, tenemos éxito a corto plazo, sólo para recaer en nuestras viejas costumbres cuando desfallece nuestro entusiasmo inicial. Los cambios radicales equivalen a acometer una cuesta por la línea de máxima pendiente: podemos quedarnos sin aliento antes de alcanzar la cima o rendirnos nada más empezar al pensar en lo mucho que nos queda por hacer.
Existe una alternativa a la innovación. Es un camino completamente distinto, uno que serpentea montaña arriba con tanta suavidad que usted apenas nota la pendiente. Sus obstáculos son fáciles de salvar y es agradable recorrerlo. Y todo lo que le exige es poner un pie delante del otro.
ESE ES, JUSTAMENTE, EL CAMINO DEL KAIZEN.
Fuente: «El Camino del Kaizen«, Dr. Robert Maurer