TUS CUATRO FUENTES DE MOTIVACIÓN

CUATRO FUENTES DE MOTIVACIÓN

Descubrirnos desalentados puede ser una situación estresante. Podemos sentirnos aislados, frustrados, asustados, deprimidos, ansiosos. Nuestra autoestima se va a pique. Existen cuatro fuentes de motivación a las que podemos recurrir en esas circunstancias:

  • Nosotros mismos (nuestros pensamientos, nuestra respuesta moral, nuestro comportamiento)

  • Comprensión de nuestros amigos, familiares y colegas

  • Un ‘mentor emocional’ (una persona real o ficticia)

  • Nuestro entorno (el aire, la luz, los sonidos y otros estímulos en nuestra casa u oficina)

Analicemos estos componentes para ver cómo los podemos utilizar para motivarnos y mantenernos motivados.

NOSOTROS MISMOS

Nosotros mismos somos la más poderosa de las cuatro fuentes de motivación (y, a la inversa, de desaliento) porque somos el punto de partida. Un individuo (nuestro colega en la empresa), un mentor emocional o una heroína o ‘musa’ inspiradora, o nuestro entorno pueden motivarnos, sin duda, pero son nuestros pensamientos, nuestro nivel de ansiedad y nuestro comportamiento (los componentes de nuestro sistema emocional), los que en definitiva determinarán el uso que haremos de esas otras fuentes.

La fuente interior más importante de que disponemos para motivarnos son nuestros pensamientos. No es difícil ver por qué los pensamientos negativos tales como ‘Soy muy malo redactando, nunca lograré terminar este informe…’, ‘yo no sé dibujar’ o ‘no me interesa aprender a negociar con las personas’, sólo pueden socavar nuestra confianza y entusiasmo, mientras que las afirmaciones positivas tienen el efecto contrario. Los pensamientos positivos son un tónico para nuestra motivación; los negativos son una toxina.

AMIGOS COMPRENSIVOS, FAMILIARES Y COLEGAS

A veces necesitamos ayuda del exterior. Sobre todo cuando sufrimos un verdadero revés. No hay nada más duro, difícil y desalentador que el encontrarnos solos ante una situación penosa.

Las tres características principales de nuestras relaciones motivadoras son la confianza, la idoneidad y la disponibilidad.

La clave es la confianza, porque cuando pedimos ayuda nos hacemos vulnerables; para revelar nuestra vulnerabilidad, necesitamos que la otra persona sea alguien en quien podamos confiar, alguien se preocupe por nosotros, que no se aproveche de la situación, que respete la confidencialidad y que sólo quiera lo mejor para nosotros. Más aún: si no confiamos en la persona, no nos sentiremos cómodos expresando nuestros pensamientos y sentimientos, y no podremos obtener la ayuda que necesitamos.

La idoneidad también es importante, porque si una persona no es capaz de responder a nuestras necesidades, no podrá ayudarnos. Nuestro mejor amigo puede ser una magnífica persona con la que disfrutamos enormemente, pero es posible que no sea capaz de motivarnos sencillamente porque no es de esa clase de personas.

La disponibilidad es un aspecto de gran importancia en el desarrollo de nuestras relaciones, porque si la gente no es accesible no podrá ayudarnos. Puede que nuestro hermano, a quien adoramos, no sea la persona adecuada para una relación motivadora porque viaja demasiado, y cuando está en la ciudad, o se queda en casa de su novia, o no contesta el teléfono. No es un buen candidato.

QUÉ PEDIR: Cuando nos enfrentamos a una crisis (que con frecuencia no otra cosa es encontrarnos totalmente desmotivados), a menudo perdemos nuestro sentido de la perspectiva y nuestra capacidad para resolver problemas. Los amigos, los familiares y los colegas que están en condiciones de tomar distancia y que no están totalmente consumidos por la crisis, pueden proporcionarnos ayuda.

LOS ‘MENTORES EMOCIONALES’

Si podemos pensar en una persona a quien quisiéramos tener en nuestra vida laboral, un héroe que nos inspire, ésta es la persona que debemos elegir como ‘mentor emocional’. Esta persona nos sirve como modelo de motivación, es el individuo al que preguntaríamos: ‘¿Qué harías tú en esta situación? ¿Cómo te sentirías en esta situación?’

Da igual que nuestro mentor esté vivo o muerto, sea real o ficticio. Podría ser Nelson Mandela, Gandhi, Marie Curie, James Bond , Harrison Ford, Stephen Hawking, su guía espiritual, etc.

Lo fundamental al elegir esta persona es que nos motive (incluso con humor). Quizá nos identifiquemos con James Bond y nos veamos saliendo ilesos de las situaciones más complicadas. O tal vez nos preguntemos: ‘¿Cómo respondería Hillary Clinton a un jefe que la denigrara en una reunión?’ O digamos: ‘Soy Isabel I, y no dejaré que ni la Armada Española ni nada se interponga en mi camino’. Pensar en nuestro mentor emocional tiene que reforzar nuestra confianza, entusiasmo, tenacidad, resistencia y optimismo.

NUESTRO ENTORNO

Muchos de nosotros no prestamos mucha atención sobre nuestro entorno personal, y la mayoría de nosotros no tiene mucho control sobre su entorno laboral, sin embargo en nuestras manos está la posibilidad de hacer unas cuantas cosas para dar a nuestro entorno habitual –tanto familiar como laboral- un carácter más motivador.

Las tres áreas más importantes son:

  • Convertir nuestra casa y nuestro lugar de trabajo en un espacio sano (aire puro, olores, luz), sonidos y objetos o aparatos que nos rodean).
  • Rodearnos de objetos motivadores (que suelen ser absolutamente personales).
  • Organizar nuestro lugar de trabajo de forma que nos beneficie en lugar de perjudicarnos (el entusiasmo por hacer un trabajo puede durar muy poco si el lugar de trabajo no está orientado a la comodidad y a la accesibilidad).

* SACAR PROVECHO DE LA LUZ

En 1982, el Doctor Al Lewy, de la Universidad de Oregon, y el Doctor Norman Rosenthal, del Instituto Nacional de Salud Mental, dirigieron una serie de investigaciones que demostraron hasta qué punto nuestra motivación se puede ver afectada por la luz. Examinaron a un gran número de individuos que se deprimían durante los meses de invierno debido a la ausencia de rayos ultravioleta (UV) en contacto con el lóbulo occipital del cerebro. Denominado SAD (seasonal affective disorder, o disfunción afectiva climática), este estado mental se cura fácilmente con una dosis de luz ultravioleta (UV).

Fuente: ‘ La Inteligencia Emocional en el Trabajo ‘, Dr. Hendrie Weisinger

(Autor/Recopilador: Abel Cortese – eledicto.com)